El poemario en versión digital

GIRAPOEMA en formato de revista digital gracias a Dennis Mariella.
En algún lugar la luz debe dar otros colores
se me están haciendo las piernas bocas de cocodrilo
veo a los pájaros que regresan en cuña
caen los codos al señalarlos
abandonaron los nidos en un alarde de confianza y alguien prendió fuego a su pecho a la espera de su regreso
hay paisajes asolados que calman las pupilas del ciego otras pieles marcadas por el amo del ganado
hay que ser muy niño para descubrir la serenidad en el iris de una madre o muy hombre para cerrar los párpados de la mujer muerta
aparecen los primeros brotes de la ancianidad en las manos inseguras y los perros orinan automáticamente en los muñones del camino
las correas extensibles se alejan hasta el final del callejón
en las cuerdas de tender muchos viejos sonríen al viandante agitan sus piernas sarmentosas
en las bocas de las damas perfumadas la barra de carmín tropieza con las grietas lascivas
toman café en las terrazas y giran sus cucharillas alrededor del fondo de un recuerdo sucio
hay pasos de cebra movedizos donde sucumbieron algunos atletas sin cuerda
explotan niños suicidas a la puerta del colegio puntuales como la siesta
en el escaparate todos se empeñan en hacerse fotocopias de sí mismos y se encierran en carpetas despachadas
una pareja de enamorados ajena a todo ha comenzado el juego de arrancarse la lengua y sacarse los pulmones
después han prendido un cigarro y la ceniza ha seguido el reguero de la sangre hacia una alcantarilla llena de bolsas de mercadona
las aves migratorias pliegan sus alas y se dejan caer en picado
los inmigrantes venden paraguas para no ser dañados que nadie compra
en algún lugar de la noche debe manar un color inédito sin azules, naranjas o violetas de metal
sin amarillos exprimidos o negros de toril
matices que sólo tú conoces y que ahora me regalas con los ojos en tus uñas
nos cansamos de mirarnos hacia dentro
de diseccionarnos entre los ataúdes
fuegos artificiales en el cementerio
hoy nos asesinaremos todos de una vez
la secta del amor obliga
a regresar a la tierra prometida
llorar sin ganas
y comernos esta única flor
que alguien nos trajo
antes de la desbandada invernal

José Ramón Huidobro - España

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